El Premio AENUI a la Calidad e Innovación Docente ha sido otorgado en cada edición a una sola persona. No parece tener mucho sentido otorgar un premio de estas características ex-aequo.
Y sin embargo…
Sin embargo, en esta ocasión se otorga a dos magníficas personas, en concreto a (en riguroso orden alfabético) Juan José Escribano Otero y María José García García, a quienes conocemos familiarmente como Juanjo y Pepa o Pepa y Juanjo (tanto monta, monta tanto).
¿Qué podemos decir de este par de entrañables personas? Que son ambas magníficas, entregadas y amables. Que su principal rasgo es su humanidad. Que son implicadas y comprometidas (sí, ambas cosas). Que tienen iniciativas. Que tienen un profundo conocimiento (de la educación y de muchas otras cosas). Que son personas renacentistas. Que siempre suman y nunca restan. Que siempre están ahí para ayudar (en solitario o en equipo). Que son gente que queremos tener cerca. Que nos hacen mejores personas. Que lo han dado todo por AENUI, porque simplemente lo dan todo por cualquier cosa en la que creen. Que como docentes son magníficas (y preocupadas) personas y nos han enseñado mucho. Que el mundo es un lugar mejor con personas así.
Pero si el premio es doble es porque funcionan de una manera holística. Por separado son geniales, en unión hacen un tándem único. Su conjunto es mayor que la suma de ambos. No se puede pensar en Pepa sin Juanjo ni viceversa, y resulta injusto premiar a una parte de un equipo.
Si algo ha caracterizado a AENUI ha sido su capacidad de innovación, así que ¡pardiez! podemos innovar hasta en esto, romper la tradición y premiar a dos personas.
Al fin y al cabo (y haciendo un haiku):
Pepa, Juanjo, /
nos permiten florecer /
con su calidez.
PS: texto escrito en lenguaje inclusivo, por convicción